Me despertó la luz que entraba en la habitación, ya que no había cortinas en las ventanas. A mi lado, en la misma cama, ya no había nadie, las otras chicas aún estaban durmiendo. Ahora si que podía ver mi alrededor, una habitación bastante grande, limpia pero llena de cosas. Al lado de la cama había un escritorio y detrás de la cama dos cajas para guardar ropa. Las cajas pintadas a mano, me encantaron. Las cuatro paredes hechas de madera, madera muy vieja. Llegué a esta conclusión ya que la delataban los nudos que tenía. Dónde había un nudo había un agujero, a través del cual podía ver la habitación de al lado. Me puse la ropa rápido y salí de la habitación. Sólo salir ya oí las palabras que configuran mi nombre ¨Jing Jing¨, Ambròs me estaba gritando. Fue en aquel momento en que me di cuenta que durmió en una cama doble. Salimos al patio de la fábrica, eran las ocho y poco de la mañana y un silencio sepulcral nos rodeaba. La maquinaria estaba parada y encima de las mesas gigantes ya no había nada, todo limpio. Ambròs me comentó que habían estado trabajando hasta las seis de la mañana procesando tés. Fuera olía a hierba fresca, húmeda, un olor intenso a alta montaña imposible de encontrar en el entorno donde vivimos habitualmente. Vi la cocinera que estaba en la cocina, peinándose el pelo, me regaló una sonrisa y me preguntó si había dormido bien. Empezó a cocinar y yo curiosa, me puse a su lado. Primero limpió el arroz con una cesta, de una forma que yo desconocía y que no había visto nunca. No perdió ni un grano! El wok era gigante, inmenso,… nunca hubiere imaginado como se limpiaba aquella bañera. Ahora si que lo entiendo!
Sólo tiraba agua, con una cuchara gigante, dentro del wok caliente y después la sacaba con la misma cuchara. Después de limpiar empezó a cocinar y tiró una cantidad considerable de guindillas dentro del wok. Tuve que salir corriendo de la cocina, igual que la noche anterior. Un humo denso y picante fue quien me hecho de la habitación. Mis ojos y nariz cedieron de inmediato. Ambròs cuando me vio, riéndose me preguntó ¨que haces?¨. Le contesté que entrara en la cocina y lo sabría. Mientras ella ni se inmutaba cocinando nosotros salimos por la puerta trasera de la fábrica para dar un paseo. Seguimos un camino pequeño rodeado de plantaciones de té. En los distintos campos de té se mezclaban los árboles jóvenes con los árboles más viejos. Hojas de un verde claro intenso, llenas de vida, y flores blancas coronaban las extremidades superiores de las ramas de las plantas. Se podían apreciar perfectamente los dientes y la pelusilla de las hojas más jóvenes.
Que plan tenemos hoy? No lo sé. Ayer estuvimos preguntando para procesar hojas de té y el dueño no nos contestó. Después de unos minutos y con una sonrisa en la boca nos dijo que su proceso era secreto! Estuvimos media hora paseando por la parte trasera de la fábrica, y aunque yo quería llegar un poco más lejos para hacer unas fotos, nos llamaron desde la misma puerta trasera. Todo el mundo ya esta listo y el desayuno también, nos gritaron. Nos fuimos acercando y todos nos esperaban. Todos menos el jefe, que cuando nosotros llegamos, el salía de la habitación de la televisión. Un salón equipado con sofás ubicado en la planta baja. Igual se había quedado dormido mientras nos esperaba!
Los chicos desayunaban de pie fuera de la cocina. Así que nosotros con el bol de arroz en la mano también hicimos lo mismo. Pocas veces desayunamos de pié, pero la situación era perfecta; buena compañía, buena comida y buen tiempo. El jefe nos comentó que después de comer llegarían unos clientes suyos que venían a comprar sus tés, también recibirían una visita de la oficina del ayuntamiento del pueblo, y después de todo esto, iríamos a cosechar hojas de té para procesarlas posteriormente. Que buena noticia! En este mismo momento llegaron sus amigos, una pareja de media edad. Mientras ellos compraban té, Ambròs, yo y dos chicos más fuimos a jugar a Majong. Una máquina automática nos dispensaba las fichas y Ambròs hizo de árbitro. Ambròs sabe jugar bien al Majong y más de un consejo daba a los dos otros chicos jóvenes.
Después de un buen rato, sus amigos se marcharon con un par de sacos de té, si si sacos! Ou estaba muy contento, supongo que hizo un buen negocio con ellos!! El buen té en China se vende caro o muy caro. Inmediatamente, parecía hecho a posta, llegaron tres oficiales del ayuntamiento de la zona. Nos sentamos todos en los sofás de la habitación de la televisión y mientras ellos charlaban y les explicaban que nosotros nos dedicamos al negocio del té, me pidieron si les podía preparar un té con un juego de tetera, acumulador y vasos que tenían encima de la mesa. Así que les preparé unas rondas de té verde, fabricado por Ou, al estilo gongfu. Les gusto y nos ganamos un poco más su confianza. Mientras preparaba el té me enteré de que el gobierno de la ciudad quería venir a hacerles una visita oficial dentro de tres días. Ellos sólo habían venido a notificarles dicha visita y decidir si tenían que arreglar o ordenar alguna cosa en la Fábrica. Yo estaba deseando que se marcharan lo más pronto posible, así podríamos ir a cosechar las hojas de té. Pero de momento parecía imposible ya que en el patio de la fábrica acababa de llegar un coche de la policía, esta vez, para hacernos una visita a nosotros y especialmente a Ambròs. Lo primero que pensamos, como han sabido que estábamos aquí? Mientras el chico tomaba té, la chica sacó la libreta y empezó a realizarnos unas cuantas preguntas personales. Claramente nos dijo que era para saber nuestro plan y poder así garantizar nuestra seguridad, sobretodo la de un «wai guo ren». Después de charlar un buen rato se marcharon todos. El jefe gritó ¨va, nos vamos!¨, todo el mundo se puso las pilas y en menos de cinco minutos ya estábamos de camino a la plantación de té con las cestas de bambú en la espalda! En total eramos 9 personas. Yo esperaba una buena cosecha!